«Si ustedes permanecen fieles a mi palabra(….) conoce-
rán la verdad y la verdad los hará libres.»
Juan 8, 31-32
Nuestra gran dificultad ante la tarea de educar, consiste
en que no sabemos qué hacer con la libertad del hombre.
Los animales se domestican para someterse al amo.
Los hombres se educan para que sean libres y responsa-
bles de sí mismos.
Educar no es hacer al otro a tu imagen y semejanza, sino
ayudarlo para que sea él mismo.
Si eres educador estás prestando un servicio. Lo importante
es saber a quién se lo prestas: a tus educados o a otros…
Tu misión de educador compromete tu modo de vivir, te guste
o no. ¿ O ignoras que tu vida impacta más que tus palabras?
Nuestros sistemas educativos premian a los que tienen buena
memoria para repetir lo que otros pensaron y dijeron.
Algún día serán premiados los que piensen y se animen a
decirlo.
No estamos preparados para educar, mientras valoremos como
más educadas a las personas que molestan menos y causan
menos problemas.
Tal vez algunos hombres serían más personas, si nadie los
hubiera «educado».