Aprender a vivir» Con tu cuerpo»

En la escuela, se debería enseñar la ciencia
y el arte de saber comer para bien del orga-
nismo.
Una asignatura olvidada.

Los naturalistas, no digo los vegetarianos, 
llevan buena razón al enseñarnos lo que va
bien y lo que va mal al organismo.
Aunque aquí como en todo, los hay extremis-
tas que pueden exagerar sus enseñanzas.

El mundo está re descubriendo -aunque len-
tamente-, el valor de lo natural y de la naturaleza.
Volvemos cada vez más a los alimentos puros de
la leche, de los vegetales, de la miel, de la verdu-
ras, de las frutas.
Y vamos apartándonos  del alcohol, de los exci-
tantes y del tabaco.

Eres, – orgánica mente hablando-, lo que comes.
«Si comes bien, – y bien significa para muchos,
comer menos- será más tú mismo.
Y te encontrarás más ágil y libre para pensar,
sentir y moverte.

La comida es una necesidad.
Pero no el comer por comer.
Has de comer»lo» que necesitas, no «todo» lo
que quieres comer.

Comer para conservar las energías, no para
«llenar» sin necesidad del cuerpo.
El cargar el estómago de sobre-alimentación,
hace trabajar  como un esclavo a tu organismo.
Y el cuerpo necesita también sentirse libre.

Comidas sencillas, naturales.
Algo templadas, mejor que frías.
Que sean fáciles  de digerir y que no tenga
apenas grasas.
Así podrás volver con facilidad a tus ocupaciones
sin tener que dedicar tiempo a descansar del tra-
bajo de comer.

Come despacio, dejando algún tiempo entre plato
y plato.
Piensa que tu organismo no trabaja tan aprisa como
tu boca, o como tu apetito.

En la comida:
Los condimentos excitantes en los alimentos son
espinas para nuestro sistema nervioso.

Las » horas de comer», han de mandar.
Que sean periodos razonables, no demasiado largos,
ni demasiados cortos.
Qué sean regulares, constantes , fijos, sin permitirte
alterarlos a capricho.

Poco aceite, poca sal, y muy poco o nada de  vinagre.
Poco azúcar y mejor si no lo usas.
Poca agua en las comidas.
Algo de vino, si.

Lo que necesita tu cuerpo, no te lo dirán simplemente
ni los ojos, ni el olfato, ni el gusto.
Tampoco te lo dirá la mera razón o un cálculo mate-
mático de calorías.
Solo lo sabrás por la experiencia repetida de cómo se
siente tu organismo y tu mente después de comer. 

Como existe una educación del cuerpo, existe también
una educación de la sexualidad.
Y ésta pide ayudar   a cada persona a que sepa gobernar
las fuerzas de su propio sexo según el destino que le ha
dado la naturaleza.
FIN.

En breve será aprender a vivir con tus sentimientos.

 

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