PENSAR Y VIVIR EN LIBERTAD
«Porque he bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad de aquél que me envió»
Cuando absolutista la autoridad de un hombre,
enajenas tu autonomía.
Tú eres el último responsable por haber hecho lo
que te ordenaron.
El valor de tu obediencia no está en tu sumisión,
sino en tu amor y en tu libertad.
Cuando los hombres te alaben por obediente,
pregúntate si no te están acusando de servil e
irresponsable
Superior autoritario y súbdito sumiso son dos
personas enfermas.
Si de veras quieres obedecer a Dios, acepta algo
que es del todo claro e indiscutible: sé libre y
responsable de ti mismo.
Obedecer ciegamente es renunciar a hacerte respon-
sable de tus acciones.
La obediencia no es un valor en sí misma. Si por
obediencia cometes un crimen eres un criminal, y si
por obediencia haces estupideces… no eres un santo.