Podemos apostar a burlar las leyes.
Podemos apostar incluso a la indul-
gencia del hombre y a la misericor-
dia Dios. Sin embargo, nadie ha ga-
nado jamás una apuesta contra su
conciencia. Aunque alguno piense
que la ha sometido, sus malas ac-
ciones dejarán en él una huella.
Quien apuesta contra esta verdad,
ya ha perdido.