APRENDE A VIVIR CON SOBRIEDAD.
Aprende a ser sencillo, a no complicarte la
vida.
Para ser feliz, vale más saber sumar que saber
multiplicar.
Para un momento el reloj.
Y saborea la humilde paz de este minuto.
¡Llena tanto un momento de sencilla intimi-
dad con un mismo!
Pedí todas las cosas, para poder disfrutar de
la vida.
Y se me dio vida, para que pudiera gozar de
todas las cosas.
Procura tener la sabiduría de humilde.
La sabiduría del que es y se tiene por pe-
queño e ignorante.
La sabiduría del que quiere preguntar, cono-
cer y saber.
Hablamos del «peso» de la vida y de que la
vida nos pesa cada vez más.
Pero no hacemos nada o casi nada por des-
cargarnos de todo lo superfluo.
En lugar de simplificar, vamos multiplicando
cada vez más nuestras existencias y compli-
cando más nuestra existencia.
Procura ser sincero contigo mismo y trata de
no excusarte en tus errores, los veas tú o te
los hagan ver los demás.
Si te mantienes en este estado, espontánea y
automáticamente verás qué debes mejorar y
hallarás el mejor camino para hacerlo.
Si alguien te descubre su desnudez como per-
sona, no le hagas sentir vergüenza de si mismo.
Piensa que le ha costado un gran esfuerzo hacerlo.
Conócete bien y conoce bien tu realidad.
Si te propones escalar un muro y cuentas sólo con
tus uñas, lo más probable es que no llegues a escalar
el muro, y termines rompiéndote las uñas.
Hat personas que parecen tener más energías que
las demás.
¿No será que no gastan sus energías en auto acusarse,
auto contemplarse, auto preocuparse, auto consumirse?
Son las personas humildes.